Ignacio Lizasoain concede esta primera entrevista tras su reciente nombramiento como director del Instituto de Investigación Hospital 12 de Octubre (i+12), aunque no es en absoluto un recién llegado. Bien al contrario, asume la dirección tras cinco años como subdirector en el i+12. Catedrático de Farmacología en la Universidad Complutense, donde ha ejercido durante cuatro años como vicerrector de Política científica, Investigación y Doctorado, y coordinador nacional de la Red Española de Ictus (RICORS-ICTUS) desde 2022, Lizasoain aporta a su nuevo desempeño una amplia experiencia en investigación clínica, gestión y docencia.
“Lo que es el i+12 hoy en día se debe en gran parte a Joaquín Arenas y al equipo de profesionales del instituto y del hospital 12 de Octubre”, señala Lizasoain, quien se declara ilusionado por liderar un centro que destaca a nivel nacional e internacional. Para fortalecer esa posición de referencia del instituto, su plan contempla, en el corto plazo, afrontar el relevo generacional; potenciar la internacionalización de proyectos; avanzar en la implementación del sello de calidad HRS4R (Human Resources Strategy for Researches) que ya les ha concedido la Comisión Europea, y asegurar la reacreditación del instituto en 2026.
Con las metas claras, Lizasoain aspira a llevar al i+12 a nuevas alturas como referente en investigación sanitaria. “Nuestro objetivo principal es mejorar la salud de los pacientes mediante una investigación traslacional, que impacte directamente en la práctica clínica”, afirma.
Un elemento crucial de su proyecto, que continúa a partir de los cimientos establecidos bajo la dirección de Arenas, es contribuir al tan necesario recambio generacional. “No solo aquí, en general, es acuciante incorporar a jóvenes investigadores que den relevo a los seniors, cercanos ya a la jubilación. Para ello, contamos con programas como el Transforma 12, un proyecto pionero con el que ofrecemos contratos que combinan investigación y labor asistencial, para facilitar esa doble actividad, y con el que buscamos garantizar la continuidad del talento en diferentes áreas. Desde que comenzó hace dos años, hemos incorporado a diez profesionales, y esperamos que se unan otros cuatro este año”.
El instituto se estructura en nueve áreas de investigación que destaca por su relevancia: cáncer; enfermedades cardiovasculares; neurociencias y salud mental; enfermedades crónicas y trasplante; enfermedades inflamatorias y trastornos inmunitarios; enfermedades infecciosas y sida; resultados en salud –transformación digital-, un área transversal a todas ellas, y enfermedades raras y de base genética. Sobre esta última destaca: “Aborda enfermedades que afectan a muy pocas personas, por lo que cuesta encontrar financiación para el desarrollo de tratamientos. Por eso, sin restar importancia ni compromiso con las otras áreas de trabajo, también queremos ser pioneros en las enfermedades raras, pues los pacientes y la sociedad necesitan respuestas de la investigación”.
Competir también en Europa
La internacionalización es otra gran prioridad de su proyecto, con el objetivo de captar más financiación. “Nuestros fondos proceden sobre todo del ISCIII, creo que tendríamos que potenciar más la participación en las convocatorias internacionales. Es una asignatura pendiente en muchos organismos y, de alguna manera, me gustaría potenciarlo aquí”. Se refiere a convocatorias muy ambiciosas, como las del European Research Council (ERC). “Es cierto que son muy competitivas, el índice de éxito se sitúa en un 10-15%, pero opino que los profesionales que tenemos en el 12 de Octubre tienen capacidad suficiente para conseguirlas. Deberíamos identificar a los investigadores con mejor perfil para presentarlos. Y para eso necesitan nuestro apoyo. Por supuesto, el proyecto científico lo tiene que preparar ellos, pero hay ciertos aspectos de las solicitudes en los que sí podemos ayudarles”.
Cerca de mil investigadores integran el i+12. De ellos, unos 400 son científicos contratados, con fondos públicos o privados, que solo se dedican a la investigación y colaboración de los investigadores clínicos, “son un gran capital humano, hay que mimarlos”. Los otros 600 profesionales son clínicos que también se dedican a tareas asistenciales y, en ocasiones, a la docencia.
¿Cómo reforzar a esos perfiles, teniendo en cuenta lo sobrecargados que están ya los servicios asistenciales? Lizasoain no cree en fórmulas mágicas, y sí en brindar todo el apoyo posible: “Aquí no hay mucho que inventar, sino recurrir a lo que vemos que funciona. Yo diría que es importante formar grupos multidisciplinares que combinen los dos perfiles, de investigadores clínicos y básicos”. Es un modelo, afirma, que permite abordar cuestiones complejas de manera integral y que él conoce de primera mano como coordinador de la Red de Investigación en Ictus. Otras modalidades que ya se utilizan, y que esperan poder continuar y reforzar, son las intensificaciones, tanto las que ofrece el Instituto de Salud Carlos III, como las convocadas de manera interna. “Los clínicos son conscientes, porque lo ven en su trabajo diario, de cómo la investigación tiene un reflejo inmediato en la salud de los pacientes, por eso muchos quieren implicarse, y tenemos que facilitárselo”.